Nuestro piloto, David Kunkel, me pidió que buscara su tanque de oxígeno debajo de mi asiento, y cuando se lo entregué, cogió el tubo de plástico con sus dientes y abrió la válvula. Habíamos salido de Boulder no mucho antes, y nos encontrábamos volando sobre el Parque Nacional de las Montañas Rocosas, 30 millas al noroeste. "Generalmente las personas no creen que la altura los afecta", dijo. "Pero si les pides que cuenten desde cien hacia atrás de siete en siete tienen problemas". Lo que me sorprendió en ese momento no fue cuán alto estábamos, sino cuán bajo: cuando Kunkel viró bruscamente hacia la derecha para que pudiéramos tener una mejor vista de un arroyo que pasaba por un valle angosto, la punta del ala pareció rozar la pendiente escarpada que estaba debajo.
El otro pasajero, sentado en el asiento del copiloto e inclinándose por la ventana con una cámara era Jennifer Pitt, directora del Programa del Río Colorado de la APP. Pitt tiene unos cuarenta años. Tiene cabello largo y castaño, lo había recogido en una cola de caballo y tenía puesto un polar púrpura. En los últimos años su atención se ha centrado en el otro extremo del río, en México, pero había accedido a mostrarme su naciente. Nuestro destino principal ese día era el nacimiento del Colorado, justo arriba de la división continental, unas 50 millas al sur de la frontera con el estado de Wyoming. "La mejor manera de ver un sistema fluvial es desde el aire", me había dicho.
Cuando los primeros europeos que vieron el Gran Cañón miraron hacia abajo desde su extremo sur, en 1540, supusieron que el arroyo que corría por debajo debía tener aproximadamente 8 pies de ancho. Los había engañado la escala del cañón pero, aun así, el Río Colorado no es gigante. Si uno extendiera su corriente de un año de manera uniforme sobre una superficie del tamaño de su cuenca de desagüe, aproximadamente 250.000 millas cuadradas, el agua la cubriría a una profundidad de aproximadamente una pulgada. El río Mississippi tiene el equivalente de la corriente anual completa del Colorado cada dos semanas.
Aun así, el Colorado es un recurso fundamental para una gran parte de los Estados Unidos. El río y sus afluentes fluyen a través o a lo largo de siete estados del oeste; Colorado, Wyoming, Utah, Nuevo México, Nevada, Arizona y California; antes de cruzar a México cerca de Yuma, Arizona. Suministra agua a más de 36 millones de personas, incluso a los residentes no solo de Boulder, Denver y Colorado Springs sino también a los de Salt Lake City, Albuquerque, Las Vegas, Phoenix, Tucson, San Diego y Los Ángeles. Riega casi seis millones de acres de tierras de cultivo, muchas de las cuales también creó durante eones de acumulación de sedimentos. Alimenta dos de las plantas hidroeléctricas más grandes del país, en las represas Hoover y Glen Canyon, y es la fuente principal de agua para dos enormes reservas artificiales de agua, la del Lago Mead y la del Lago Powell, así como de otras más pequeñas. Sustenta actividades recreativas que se supone tienen un valor de $26 mil millones por año. Algunos de sus extremos meridionales atraen tantos residentes transitorios durante el invierno que uno podría creer que se desbordó y dejó depósitos aluviales densos de barcos a motor, motos acuáticas, carros de golf, vehículos todo terreno, autocaravanas y personas con cabellos grises.
Todos esos usos humanos tienen costo. El Colorado ha ayudado a dar forma a algunos de los accidentes geográficos más llamativos del mundo: el Gran Cañón, por supuesto, también los Acantilados Vermilion en el norte de Arizona y las mesetas con marcas extrañas y meandros de arenisca del Parque Nacional Canyonlands, en el sudeste de Utah, pero incluso dentro de esos paisajes salvajes, su corriente está tan controlada y alterada que de muchas maneras el río funciona más como un canal de 1,400 millas de largo. El derecho legal de uso de cada galón es propiedad o ha sido reclamado por alguien; en realidad es más que eso, ya que los derechos teóricos de la corriente del colorado, conocidos entre los abogados como "agua de papel" exceden por mucho su corriente real, conocida como "agua mojada". Ese desequilibrio se ha exacerbado debido a una sequía severa que comenzó justo antes del nuevo milenio; incluso cuando la mayor parte del territorio oeste de los Estados Unidos emerge de él, los problemas de sobredistribución continúan.
Kunkel sumergió un ala y Pitt apuntó hacia las Montañas Never Summer, a la derecha. "Ahí está el Grand Ditch", dijo ella. Vi lo que parecía ser un camino o un sendero recortado a través del frente de un bosque de pendientes empinadas y de coníferas espolvoreadas de nieve; ella explicó que era un acueducto que data de 1890. Con sus 14 millas de largo, el Grand Ditch lleva agua a través de la división continental en La Pudre Pass y desemboca en un arroyo que fluye hacia las planicies orientales del estado. No toca el Colorado directamente, pero captura hasta un 40 por ciento de la corriente de las pendientes que de otro modo lo alimentarían, como un corte para extraer savia en el tronco de un árbol de caucho. Ya habíamos volado sobre varias adiciones más extensas y recientes a la misma red de almacenamiento y recambio de agua. "Incluso las personas que se describen como ambientalistas preocupados, generalmente no tienen idea de dónde proviene el agua que consumen", afirma Pitt.
El Colorado sufre el mismo tipo de uso excesivo y degradación ambiental que amenazan a otra fuente de agua clave en el oeste de los Estados Unidos: una vasta red de lagos salados. Las desviaciones de los afluentes para la agricultura, la industria y el consumo humano han reducido la cantidad de agua de estos lagos, lo que ha incrementado su salinidad, un problema exacerbado también por las sequías. A diferencia de la mayoría de los lagos salados, que se formaron de manera natural hace decenas de miles de años, el mar de Salton se creó a partir de un acto de imbecilidad de la ingeniería. Aun así tiene un rol único y cada vez más importante en el mantenimiento de la viabilidad de una gran cantidad de especies de aves. Es una de las paradas principales de la ruta migratoria conocida como la ruta migratoria del Pacífico, que se extiende desde la Patagonia hasta el círculo polar ártico, y allí se ha visto a aproximadamente un 60 por ciento de las especies que se reproducen en América del Norte. Las crecientes playas del mar de Salton también presentan una amenaza directa a los seres humanos porque, a medida que el nivel del agua disminuye, queda expuesto más lecho del lago y las sustancias dañinas abandonadas por la evaporación son recogidas por el viento.
Los problemas del agua son sencillos de una manera: sin agua nos morimos, y no dentro de siglos. Cuando el suministro es escaso, las personas no tienen más opción que encontrar soluciones, de un modo u otro, en tiempo real. Modifican su comportamiento, disminuyen el consumo, desarrollan nuevas fuentes, negocian tratados, aprueban leyes (todo en el momento) y sabemos que eso sucede porque existe evidencia de ello en todos los lugares secos alrededor del mundo. Los problemas de agua en el oeste de los Estados Unidos, cuando se observan desde lejos, pueden parecer muy fáciles de resolver: todo lo que debemos hacer es apagar las fuentes del Bellagio, dejar de vender heno a China, prohibir el golf, cortar los almendros y asesinar a todos los abogados. A medida que uno se acerca, se da cuenta de que cada solución nueva genera problemas adicionales. Abordar todo con eficacia, de manera equitativa y permanente nos obliga a sopesar los tipos de decisiones que preferimos evitar.
La resolución ideal a muchos de los problemas del agua en el oeste también abordaría otros problemas de manera inteligente, incluidos los problemas climáticos y energéticos, e intentaría encontrar un nivel de adaptación mutua entre una larga lista de intereses competitivos y, con frecuencia, combativos. Pitt me dijo que considera que la adaptación es posible. "En 2004, Bennett W. Raley, el subsecretario de Interior de Bush, organizó un viaje por el río hasta el Gran Cañón", me contó. "Las personas que participaban del viaje eran altos oficiales federales, administradores hidráulicos gubernamentales, administradores hidráulicos de la ciudad, periodistas y yo". Dice que sentada alrededor de la fogata pensaba que “este sería un viaje largo”. Pero que finalmente comenzaron a conversar.
Adaptado de Where the Water Goes: Life and Death Along the Colorado River por David Owen. Publicado por acuerdo con Riverhead Books, un sello de Penguin Publishing Group, una división de Penguin Random House LLC. Copyright © 2017 por David Owen.
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Cómo puede ayudar a proteger el agua del oeste
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Lagos salados: Una red crítica
Visualizaciones de datos por Katie Peek
Los lagos salados, los cuerpos de agua interiores que salpican el oeste intermontañoso, son faros para millones de aves que cruzan un paisaje árido diferente. Como muestra el informe "Agua y Aves en el Oeste Árido", estos lagos y sus humedales forman una invaluable red de puntos de descanso ricos en presas, uno que sostiene el 90 por ciento de los zampullines cuellinegros, el 90 por ciento de los falaropos tricolores y a más de la mitad de las avocetas americanas.
Los seres humanos desvían cada vez más el agua que reabastece los lagos salados, lo cual disminuye sus niveles de agua y aumenta su salinidad, y entonces altera la red de alimentos y el hábitat de los que las aves dependen. En los veranos de 2014 y 2015 casi todos los lagos salados alcanzaron mínimos históricos o se secaron completamente, una tendencia que se verá exacerbada en el futuro debido al cambio climático. Las aves acuáticas pueden recuperarse de la pérdida de algunos sitios; el fracaso de toda la red sería devastador, un resultado que APP intenta evitar.
De qué forma utilizan las aves la red de lagos
Especies prioritarias en los lagos salados
APP ha identificado nueve especies que particularmente dependen de la red de lagos salados y sus humedales. Los círculos muestran la cantidad máxima de los últimos veinte años de cada especie en cada lago. Algunas especies, como el picopando canelo y el morito cariblanco, se reúnen en unos pocos sitios claves, mientras que otros, como la avoceta americana y el correlimos de Alaska, dependen de toda la red.
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Río Colorado: Un refugio en movimiento
El bosque ribereño que rodea las líneas fluviales de la cuenca del río Colorado proporciona un hábitat fundamental para las aves, incluidas cuatrocientas especies solamente a lo largo del río Colorado bajo. Pero debido a que la red de la región ha sido modificada radicalmente, ese hábitat está cambiando. "Agua y aves en el árido oeste: hábitats en disminución", un informe publicado por la APP en julio, documenta qué significa ese cambio para las aves en la actualidad y en el futuro.
Decenas de presas y desviaciones han alterado las corrientes de los ríos, debilitando a las especies autóctonas de árboles y permitiendo que arbustos invasivos crezcan en su lugar. Al menos seis aves reproductoras, incluidos el vireo de Bell, la piranga roja, la reinita grande, la reinita de manglar, el mosquero saucero del sudoeste y el cuclillo piquigualdo del oeste, han disminuido de forma sincronizada. A medida que la demanda de los seres humanos aumenta y el clima cambia, el hábitat ribereño, autóctono o no, podría empezar a desaparecer. Al proteger las corrientes de los ríos, los más de 36 millones de personas que dependen de la cuenca para obtener agua también protegerán a las aves de la región.
La cuenca en un mundo en calentamiento
Especies prioritarias en la cuenca del río Colorado
Ocho especies tienen poblaciones que dependen particularmente de los bosques de sauce y álamo autóctonos y los pantanos de la cuenca del río Colorado. Para el informe, APP creó un modelo en el cual tienden a ser más abundantes cuatro de las que se reproducen en la cuenta (que se muestran a continuación en mapas). El vireo de Bell y la piranga roja se encuentran en la cuenca baja, mientras que la reinita grande y la reinita de manglar se encuentran en toda la cuenca.
En el modelo no se encuentran otras cuatro especies prioritarias de aves: la grulla canadiense, un residente de invernada con una pequeña población regional que la hace especialmente vulnerable a los cambios de hábitat; el mosquero saucero del sudoeste, una subespecie en peligro a nivel federal que depende de los territorios de la cuenca baja para reproducirse; el cuclillo pico amarillo del oeste, una subespecie amenazada a nivel federal que generalmente anida en sauces y busca alimento en los álamos; y el rascón de California, un residente anual y una especie en peligro a nivel federal con dos tercios de su población sustentada por el delta del río Colorado.
Con menos agua, los hábitats se transforman
A medida que las personas han construido represas y desviado agua para su propio uso, la corriente máxima del Colorado bajo, al igual que de otros ríos en la cuenca, ha disminuido. Las inundaciones más pequeñas y menos frecuentes han comenzado a trasformar el paisaje.
Los bosques autóctonos de sauce y álamo proporcionan sitios de nidificación elevados, de altura media y a nivel de arbustos para las aves en reproducción, y refugio para las aves migratorias. Los árboles necesitan inundaciones intermitentes para regenerarse y, debido a que el nivel freático (la profundidad del suelo a la cual está saturado con agua) ha disminuido, las plántulas luchan para germinar.
Donde el hábitat autóctono ha desaparecido, el pino salado o los tamariscos, con raíces profundas, suelen crecer en su lugar. Aunque los arbustos proporcionan una vegetación muy necesaria en las zonas con bajo nivel de agua, las aves que sostienen son mucho menos diversas.
APP trabaja sin fines de lucro para salvar a las aves y los hábitats que necesitan. Para apoyar nuestros esfuerzos de conservación,